El acoso callejero le pasó por un lado a Guayacán
En un acto completamente anacrónico y desconectado de la realidad, la agrupación caleña relanza una canción plagada de expresiones machistas dos décadas después.
En reiteradas ocasiones me han preguntado si ser feminista declarada no riñe con el amor que le profeso a la salsa, particularmente por aquellas canciones en las que se encuentran expresiones machistas sutiles o muy evidentes. Me preguntan también cómo me hace sentir el hecho de que artistas que admiro profundamente interpreten o hayan escrito canciones que hacen referencia a diferentes formas de violencia contra la mujer. Mi respuesta no ha sido otra: soy consciente de que el arte es reflejo del contexto social y cultural que atraviesa a los artistas, y el machismo —aunque a mí no me guste— ha estado ahí desde que podemos recordarlo. Así que no me privo del placer de escuchar o bailar las canciones que me gustan, pero siempre las analizo y eventualmente las uso como ejemplo de lo que no debería repetirse.
El machismo sigue aquí y no se limita a un género musical. Sin embargo, el feminismo y los movimientos en contra de la violencia y la discriminación por razones de género nunca habían sido tan visibles y tan poderosos como ahora, lo que supondría un cambio en la manera en que el arte —específicamente la música— responde a esto. Esperaríamos que también fuera así en la salsa, pero la última canción de Guayacán Orquesta con Tirso Duarte se destaca por lo contrario. Que te miren, que te hablen es una nueva versión de la canción Deja que te miren, composición de Nino Caicedo publicada originalmente en el álbum Con sabor tropical de 1997.
En la salsa se ha hablado de todo, desde la marginalidad del barrio latino de Nueva York en los años setenta hasta los temas amorosos cliché, pero ¿en pleno 2018 a Alexis Lozano se le ocurrió rescatar una canción para decirle las mujeres que los hombres nos hacen un favor cuando nos dicen cualquier cosa en la calle? Que no nos pongamos bravas, dice la letra. ¿Por qué darle visibilidad a una canción que perpetúa a la mujer como un objeto al servicio del placer masculino? ¿Por qué volver a lanzar una canción que habla de manera complaciente y explícita acerca del acoso a las mujeres? Yo no creo que a los músicos y a los directores de orquestas se les deba obligar a hablar o a difundir luchas sociales si no se sienten identificados con ellas, pero el movimiento feminista ha sido suficientemente visible como para que un músico lo considere un asunto relevante a la hora de escribir o de versionar canciones. Es un error no ver la diferencia entre lanzar la canción hace más de dos décadas y lanzarla este año.
Y este no es sólo un reproche a los músicos sino a los salseros que no pierden oportunidad de masacrar canciones de otros géneros a punta de críticas, amparados en una supuesta defensa de la dignidad de las mujeres, que no es más que condescendencia, pero que ante el lanzamiento de esta nueva versión de Guayacán han preferido callar o en el peor de los casos aplaudir por comodidad. De quienes se hacen llamar expertos en cuestiones salseras —mayoritariamente hombres, por supuesto—, no hay ni uno que haya hecho al menos un comentario al respecto. Se les facilita señalar hacia afuera pero son incapaces de hacer una crítica sustancial a la salsa que tanto aman. O posiblemente el movimiento feminista también les pasó por el ladito.
No deberíamos ser ajenos al contexto social de la época en que vivimos desde ninguno de los escenarios que hacen parte de la cadena que crea, difunde y goza la salsa. Como parte de esta cadena es imperativo ser más exigentes y dejar de ser tolerantes con cualquier forma de discriminación como el machismo o la homofobia, eso no es negociable. Yo no quiero hacer parte de una comunidad que se niega a ver y a alzar la voz, así que esta crítica aparecerá cada vez que sea necesaria y hasta que ya no lo sea.
