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Amargura que a veces les da

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Por Sanserení

Recientemente volvió a hacerse viral un video en el que David Zahan, un imitador de Frankie Ruiz salido del programa de entretenimiento Yo me llamo, interpreta Deseándote, tema que aparece originalmente en el álbum Más grande que nunca de 1989. El video fue subido a YouTube el 3 de diciembre de 2019 y en él aparece David, con camisa blanca manga larga y un pantalón de dril; lleva puestos anillos grandes en ambas manos y un arete con dije en cruz. El pelo y el bigote son idénticos a los de Frankie; bastaría con echarle un vistazo a cualquiera de sus carátulas como solista para comprobarlo. Como suele suceder con todos los contenidos que a través de las redes sociales sobrepasan los límites del like y un descomunal número de viewers, los comentarios desmedidos no se hicieron esperar por parte de quienes aseguran tener el conocimiento en su máximo esplendor. Y es que esta tendencia, además de inoficiosa, se ha convertido en el peaje definitivo de la policía salsera. Basta con que un buen número de oyentes se apropie de una canción para que la inquisición afroantillana les caiga con todo el peso de la señora ley.

Habría que leer todas las injurias comentadas ante este video de Zahan: que no le llega ni a los talones al cantante real, que es una falta de respeto con la salsa, que se esfuerza mucho y aun así no logra el tono del original, entre otros desmadres. De igual manera, el látigo recae con la misma saña sobre quienes se gozan los 23 segundos del cover: que hay vida más allá de Deseándote, que vergonzoso adular a un imitador, que les falta oído fino para entender qué es lo bueno y que no. Entre el desbarajuste y la prepotencia, ni siquiera el mismo Frankie Ruiz se salva del fuero embravecido: que Frankie no es ningún Papá de la Salsa, que es mucho mejor Héctor Lavoe, que esta cobardía de su amor por ella. ¡Ay, bendito!

Se necesita tener mucha indisposición en el ánimo para despacharse con este tipo de afrentas que en vez de ‘educar el oído’ —lo que aparentemente le preocupa a la ‘policía’— espantan a todo aquel que logra acercarse a la salsa. Es claro que quien repite cien veces las mismas canciones, no solo está en todo su derecho, sino que quizás muy poco le interesa pescar alguna otra canción que le despierte el mismo sentimiento, o simplemente prefiere esperar a que en su orilla llegue una canción que reemplace a la anterior. No hay razón para juzgar a quien prefiere mantenerse en las aguas mansas del sedentarismo musical. A fin de cuentas, cada quien la interpreta a su manera y le echa su propio sofrito. ¡Como si fuera pecado comer del mismo plato una y otra vez!

Restarle méritos a Frankie Ruiz es irrespetuoso y desdeñar a quien goza con su música es necedad. Tampoco es grato discutir la paternidad en la salsa; no hay que hacer mucho esfuerzo para saber que el sobrenombre que lo identifica es apenas eso, un sobrenombre como también lo es el Dueño del Soneo, el Sonero Mayor y el Único que Respira Bajo el Agua. Se ahoga pronto el que pasa sus días tratando de desacreditar al uno o al otro. ¿Dónde queda entonces el disfrute de esta música que solamente puede traducirse en el vibrar de quien la escucha? ¡¿Por qué tanta amargura?!

En Salsa sin Miseria desde un principio decidimos no hacer parte de estas discusiones. Escasamente las vemos pasar como bolas de heno que se pierden en la aridez del desierto. Eso sí, nos gusta compartir lo que nos llega por distintas vías; aprender de los que enseñan sin prejuicios y de los que gozan sin miramientos. Esta vez la cosa es con Frankie Ruiz, uno de los cantantes que me pone contentoso. Allá los que quieran seguir destilando veneno. Yo simplemente les recomiendo tres canciones que llevo conmigo a todas partes:

1. El camionero, del álbum Solista pero no solo (1985). Composición del cantautor brasileño Roberto Carlos. En el siguiente video lo acompaña la orquesta Puerto Rican Power del trompetista Luisito Ayala.

2. Viajera, del álbum Primer concierto de la familia TH (1981). Composición del boricua Carlos Farfán Rivera e interpretada por Tommy Olivencia y Su Orquesta.

3. Separemos nuestras vidas, del álbum Orquesta La Solución (1980). Composición de Jossie León y arreglos de Ray Santos.

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