Ponte duro, Bongó: entrevista a Roberto Roena
Si tú habías pensado por un segundo que el sabor de este negrito se había terminao, estás equivocao.
Lo primero que le entendimos fue que iba a cambiarse la pinta para salir bien en la entrevista. Andaba en una franela manga larga, pantalones cortos y zapatos de descansar. Subimos a un pequeño lobby junto a la piscina en el segundo piso del hotel. Mientras tanto hablábamos con el joven cantante Jean Carlos Rivera, quien hace ocho años tiene la responsabilidad de estar en la delantera del Apollo Sound.
Unos minutos después, ahí estaba: camisa manga larga de arabescos, pantalón de tela y mocasines; tal como lo había dicho, estaba preparando su sabor. Pidió permiso para fumarse un cigarro antes de las preguntas y le dijimos que no había problema si lo hacía antes, durante o después. Comentó que ese no era precisamente un buen ejemplo para la juventud pero que de no haber problema fumaría durante la charla, pues ya estaba viejo y se había acostumbrado al humo del tabaco. En ese momento se nos unió José Luis De Jesús, el otro joven vocalista de la orquesta.
Fotografía: Juan David Mesa
Nacido el 16 de enero 1940 en el barrio Dulces Labios de Mayagüez en Puerto Rico, Roberto Roena ha sido percusionista, bailarín y director del Apollo Sound, una de las orquestas emblemáticas de la salsa boricua. Fundada a finales de los años sesenta, el nombre de la misma ya es una anécdota obligada: el 20 de julio de 1969 fue el primer ensayo de la agrupación, fecha que coincidió con el lanzamiento del cohete Apollo 11, una misión de Estados Unidos para que el hombre pusiera los pies sobre la Luna. A estas alturas la notable coincidencia pareciera más bien la confirmación de un vaticinio, pues los pies del maestro Roena han logrado pisar los escenarios más afamados y su música ha tenido resonancias que parecieran ir más allá de la órbita terrestre.
Video: Juan David Mesa
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Los bravos de aquí le prenden velas
Actualmente Roberto está al borde de los 80 años y los prejuicios que uno pudiera tener frente una persona de su apariencia son muchos: quizás un hombre cansado, huraño y esquivo. Pero no es así. Desde el primer momento su sentido del humor logra imponerse con una espontaneidad y una soltura propia de alguien que no ha perdido las fuerzas de lo que es: un salsero consumado. Habla sin parar con esa voz ronca y gutural que lo caracteriza.
De entrada nos advierte que lo que responda no se va a entender y por eso aconseja de manera jocosa que le pongamos subtítulos a la entrevista o que dejemos que José Luis y Jean Carlos le traduzcan. Coquetea jovial con la señora que le trae el tinto, con la Monina y con Ligia Elena (integrantes de Salsa sin Miseria). Mira una camiseta con el rostro de Ismael Rivera y dice que es el más grande de todos. Se para, se sienta, improvisa una coreografía con sus cantantes, hace otro chiste y en cada respuesta va tejiendo un hilo de recuerdos interminable. Tú loco loco, pero yo tranquilo. Esta es la entrevista: