Salte que llegó Monina
Por Stephanía López
Las mujeres somos grandes protagonistas de canciones en todos los géneros musicales. Desde tiempos inmemorables nos componen todo tipo de versos: para cortejarnos, para suplicarnos perdón, para declararnos amor, para invitarnos a un bembé en el 23 y para llevarnos a comer salchicha con huevo. Claro, también para decirnos que no tenemos corazón, que somos mentirosas, falsas, doble feas, paqueteras, sin gracia, sin aceite y sin motor.
La salsa percibe al africano, al mulato. Es un ritmo de morenas, de indias de raza cautiva, de rizos negros, de caritas de azabache y boquitas de melón. Desde que nací me dicen Monina. Así me llaman mis papás, mis hermanos y mis amigos por tener el pelo rubio. Recuerdo que, siendo muy niña, me pregunté por qué nadie le escribía canciones de salsa a las de cabello como el mío. Pensaba todo el tiempo que las de pelo ‘mono’ estábamos en desventaja y que nunca íbamos a tener la fortuna de ser dueñas de un tema como Mujer divina. ¡Vaya blanquita en problemas!
Con el tiempo y en este proceso constante de aprendizaje de la cultura salsera, descubrí que el contexto de las letras no se refiere explícitamente a los colores de cabellos, ojos y piel. Monina de Mon Rivera me hizo lo entender. La composición en sí no habla de una mujer. Por el contrario, menciona a un hombre, que además no tiene el pelo mono o por lo menos en ningún fragmento de la canción hace referencia a esto. En gran parte de Latinoamérica hablamos castellano, pero no todas las palabras de nuestro idioma remiten a la misma cosa. Frases y versos pueden tomar otro sentido más allá de la frontera conocida. En el Caribe, Monina tiene varios significados: podría referirse a alguien cercano —un camará— pero también a una mujer bonita.
Otras canciones donde aparece Monina también me ayudaron a entender que no tenía que buscar un estereotipo para sentir que la salsa me pertenecía. Por ejemplo, Monina y Ramón es una canción que escribió Bobby Valentín en la década de los sesenta para la producción Latin jazz go go go de Willie Rosario y Su Orquesta. Cabe mencionar que este tema tiene varias versiones a cargo de reconocidas agrupaciones como la de Roberto y Su Nuevo Montuno y la de Rafi Val y La Diferente, que fue la primera que yo escuché y con la que me familiaricé. En esta composición la letra sí habla de una mujer que, acompañada de su pareja, baila. No habla de sus ojos, ni de su piel, ni de razas, solo es una canción que destaca la habilidad que tienen dos personas en una pista, aunque es fácil considerar que Monina es el nombre de la mujer que carga tremendo ritmo al bailar con Ramón.
En la mítica canción Burundanga también aparece Monina refiriéndose a alguien con cierta autoridad para ponerle orden al caos entre Songo, Borondongo, Bernabé y Muchilanga. Óscar Muñoz Bouffartique es el compositor de esta curiosa canción grabada en 1953 por Celia Cruz y la Sonora Matancera. En el portal 80grados, Juan Otero Garabís nos invita a contemplar el tema como la narración de la escena en la que uno de los personajes pide la intervención de Monina ante una trifulca que pareciera infantil. Monina se limita a implorar a Abambelé para que practique «el amor, defiende al humano porque ese es tu hermano y se vive mejor». Aquí, varios términos de la canción hacen referencia a la cultura santera, es decir que en este caso Monina puede ser desde una divinidad hasta un guerrero africano.
La Sonora Ponceña y Larry Harlow también mencionan a Monina en sus canciones, Tumba Mabo y Soy sensacional, respectivamente. La primera hace parte de la producción Tiene pimienta lanzada en 1975 por los Gigantes del Sur, mientras la segunda pertenece a la famosa ópera en salsa Hommy: a latin opera creada en 1973 por el Judío Maravilloso. Estos dos sencillos hacen referencia a un amigo cercano, pues son llamados que hacen particularmente en los pregones: «Así gritaba Monina cuando escuchó suave el quinto» y «¡Monina, inspirando yo no tengo igual!». Sin embargo, en este caso es posible que en su cantar se estén refiriendo a ‘Molina’, algún músico o artista vinculado con la composición.
Una Monina sin canción
Buscar encajar en la sociedad a través de cualidades físicas siempre ha sido una actitud errónea de nosotros los humanos. Yo, a través de Monina, lo busqué durante mucho tiempo. Monina no es un solo personaje, es muchos. En cada canción representa algo diferente, todas sus características cambian en la mayoría de las letras. Es hombre, mujer, niño, amiga, hermano, bailadora, africano, mulata, rubia. Es la que se va de casa, la que se bota bailando bugalú. Es la culpable, la que llora, la que rompe corazones.
En los últimos años, mi conciencia de género ha crecido y he comprendido por qué el feminismo es tan importante en la sociedad. Tener la necesidad excesiva de aprobación es un paradigma que nos convierte en un modelo injusto, porque sin importar la apariencia, los gustos o preferencias, cualquier persona puede ser Micaela, Tomasa, Ana Milé o Juana Peña.
La música, en su enorme generosidad, nos instruye enseñándonos que debe escucharse sin comparaciones, sin calificaciones, sin juicios y sin egos. Para que eso sea posible, primero debemos disponer de una mente abierta que pueda digerir y apreciar todo lo que el universo salsero nos ofrece. Por ejemplo, a través de la historia los fenómenos artísticos han reflejado a la sociedad. Qué maravilla sería encontrarnos en las nuevas propuestas musicales un guaguancó feminista para las Moninas contemporáneas; o qué tal un son montuno dedicado al Icetex, inspirado en una Monina que busca acceder a la universidad. El tiempo pasó y los papeles han cambiado. A la Monina ya no le interesa ser un referente ni seguir un patrón social. La Monina de ahora utiliza la salsa como canal para expresar lo que es y lo que quiere ser.
«Hasta a mí me tocan números de prieto en esta banda» es lo que dice Cano Estremera al inicio de la canción El muñeco de la ciudad. Originalmente esta composición habla de un negro que tiene la boca colorada, pero veinte años después es interpretada por Estremera quien hace la letra suya, contándole al mundo que nació albino, que le faltó sol, que es un rubio virado al revés, que posiblemente mientras sus papás lo estaban haciendo se tardaron mucho tiempo y la pintura se acabó. Pero también dice que lo que realmente importa es llevar la gracia y el ritmo en el corazón, así como él, Nelson Pinedo, Luigi Texidor, vos o yo.