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Batazo de jonrón

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Por Sanserení

Batazo de jonrón

Un detalle que me inquieta al observar al Benny sosteniendo el bate es la historia del béisbol en las Antillas. Una historia que por lo demás conserva estrechas relaciones entre una isla y otra, tal como sucede durante el proceso evolutivo de sus músicas. No se equivocaba Celia Cruz al afirmar que Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas. Hagamos un recuento breve.

El béisbol empezó a practicarse en Cuba de manera aficionada en 1865, cuando muchos cubanos que habían podido viajar a estudiar a Norteamérica tuvieron que regresar huyendo de los enfrentamientos y las hostilidades. El punto de inflexión fue en 1871 cuando Esteban Bellán —de tez blanca— se convirtió en el primer pelotero latino en debutar en las Grandes Ligas de los Estados Unidos. Tremenda hazaña para una práctica que más bien se había popularizado de manera accidental entre el ocio, las migraciones, el fuego cruzado y el racismo. Bastará con mencionar que Jackie Robinson (Cairo, Georgia) fue el primer jugador negro estadounidense en abolir esa brecha racial al ingresar a los Dodgers en 1945. Para esta última fecha nuestro Benny Moré ya estaba a puertas de lograr el reconocimiento en México grabando algunos éxitos con el Dúo Antillano. Evidentemente, la foto que acompaña al texto aún no se había tomado.

En cuanto a Puerto Rico, no fue sino hasta finales del siglo XX cuando este deporte empezó a tener acogida en Puerta de Tierra gracias a Braulio Sánchez, otro cubano que se había instalado en la isla, quien juntó a un grupo de amigos y empezó a despertar la curiosidad de los boricuas llegando a organizar torneos oficiales respaldados por entidades del sector público. Al igual que en Cuba, el deporte del bate y la pelota se vio truncado en los noventa por un periodo de guerras, sin lograr opacar su difusión masiva hasta convertirlo en un deporte nacional.

Las similitudes no son fortuitas y la jerga beisbolera rápidamente pasaría a hacer parte de la expresión de ambos pueblos hasta calar en su música, el máximo baluarte de la identidad latina en ebullición desde mediados de siglo. Ya entonces varios trabajos discográficos exhibían en sus portadas escenas alusivas a esta competencia, como también algunos cantantes alternaban su participación en la tarima con algunos hits que bateaban en los diamantes de Puertorro. Ni qué decir de ciertas expresiones que se pregonaban en ambos escenarios. Un éxito musical podría reemplazarse por un hit o un batazo, para decir lo menos.

Batazo de jonrón

Carátulas de Un verdadero hit de Rubén Sierra y Caballo pelotero de El Gran Combo.

El recuento de soslayo (a vuelo de pájaro) sirve para poner en contexto la portentosa fotografía de Benny Moré. La imagen en sí bien podría ser una estampita coleccionable de béisbol; una de esas que empezaron a popularizarse en Estados Unidos a finales de los ochenta y que, a la fecha, son subastadas en cifras estratosféricas. Viéndolo así, no sería exagerado imaginar que el cromo del Bárbaro del Ritmo sería una de las más cotizadas pues, si bien no practicó este deporte, logró conectar innumerables batazos de jonrón en el terreno musical. Su paso por el Conjunto Matamoros, la Orquesta de Dámaso Pérez Prado, la Orquesta Oriental, la Orquesta de Bebo Valdés y finalmente la conformación de su Banda Gigante lo habían posicionado como uno de los cantantes más originales e icónicos de la música latina.

El Benny es sin duda un sonero de grandes ligas que arrasó con todas las bases de los ritmos afroantillanos que se cruzaron a su paso. Un hit imbatible a lo profundo.

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